La creciente presencia de ballenas francas australes en la costa bonaerense entusiasma a quienes las observan y refleja el efecto de décadas de protección. Esta recolonización de hábitats históricos plantea el desafío de garantizar una convivencia respetuosa en un mar cada vez más intervenido por la actividad humana.
En los últimos años, la mayor presencia de ballenas francas australes en la costa bonaerense ha llamado la atención de vecinos y visitantes. Desde Mar del Plata hasta Monte Hermoso, pasando por Miramar, Necochea, Claromecó o Quequén, estos cetáceos sorprenden a quienes pueden verlas desde la costa. ¿Por qué sucede? ¿Qué hacen las ballenas en estas aguas? Estas son algunas de las preguntas que recibimos a partir de las imágenes que se difunden en los medios de comunicación y en registros que nos envían fotógrafos locales.
La respuesta combina buenas noticias con nuevos desafíos: el crecimiento en la población trae consigo el regreso de las ballenas a zonas donde hasta hace poco no era común verlas. Su presencia nos invita a reflexionar sobre cómo coexistir con respeto en zonas costero marinas donde hoy se desarrollan múltiples actividades humanas, tanto recreativas como productivas.
Un regreso posible gracias a las medidas de protección
Durante siglos, las ballenas francas australes fueron cazadas intensamente para vender su grasa, su carne y sus barbas, lo que las llevó al borde de la extinción. Pero a partir de la segunda mitad del siglo XX, con la prohibición internacional de la caza comercial de ballenas y su inclusión en normativas de protección nacional y provincial en Argentina y en países vecinos, la población comenzó un proceso de recuperación.
Actualmente, a más de medio siglo de estudio y de medidas de conservación, las ballenas están recolonizando zonas de su distribución histórica, que abarcan buena parte del litoral atlántico argentino. La costa bonaerense, desde donde durante décadas casi no se las veía, vuelve a formar parte de su hábitat.
Es importante destacar que gracias a los 55 años de estudios continuos de las ballenas francas, que el Instituto de Conservación de Ballenas lleva adelante en forma colaborativa con Ocean Alliance, sabemos que durante las primeras tres décadas , la población mostró un crecimiento anual estimado del 7%. Sin embargo, a partir de los años 2000, la tasa se ha desacelerado progresivamente, y actualmente se estima en alrededor del 3% anual.
Este cambio nos habla de una realidad compleja: si bien hay más ballenas que antes, y esto refleja el efecto positivo de las medidas de protección adoptadas; el ritmo de crecimiento más lento, que también se registra en otras poblaciones del hemisferio sur, indica cambios en el ecosistema marino. Ya no es la caza, sino las consecuencias de otras actividades que van desde colisiones con embarcaciones, contaminación, ruido submarino, enmallamientos hasta los ataques de gaviotas y los efectos del cambio climático que reducen la abundancia y modifican la distribución de su principal alimento, el krill.
La continuidad de estudios a largo plazo, como los que realiza el Programa Ballena Franca Austral desde 1971, han sido clave para comprender esta evolución poblacional y sus causas. Este conocimiento científico ha contribuido de forma decisiva a promover políticas públicas para su protección a nivel nacional y fortalecer una mirada integrada sobre la conservación de la especie.
¿Qué ballenas vemos y por qué vienen?
Según el Dr. Luciano Valenzuela, investigador del CONICET, de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires y del Instituto de Conservación de Ballenas, lo que se observa a lo largo de la costa bonaerense durante el invierno son individuos de ballenas francas principalmente juveniles y adultos.
“Durante la temporada de otoño a primavera, estos animales utilizan estas aguas como área de socialización y reproducción, especialmente para la cópula. Esta información ha sido obtenida mediante observaciones con drones y cámaras desde la costa, pero también hemos obtenido evidencia de las bitácoras de los cazadores de ballenas en el pasado que señalan a las aguas mar adentro de la provincia de Buenos Aires como un área importante para las ballenas. En algunas pocas oportunidades también hemos avistado madres con crías, probablemente ejemplares nacidos en las costas de Río Negro o Chubut que iniciaron una migración temprana. ”
A diferencia de otras especies con rutas migratorias más fijas, la migración de las ballenas francas es compleja y aún no revelada completamente. El Dr Valenzuela, agrega:
“Sabemos que un área principal de cría es en Península Valdés y en la provincia de Río Negro , pero desde ahí migran a diferentes áreas del Atlántico Sur, incluyendo zonas de alimentación al norte de la provincia de Buenos Aires, las Islas Georgias del Sur y Malvinas o incluso aguas subantárticas. Además, no todas las ballenas de esta población visitan Península Valdés en la época reproductiva cada año, una gran parte de la población se mantiene en zonas de alimentación y realiza desplazamientos a distintos puntos de la costa argentina. En muchos casos aún no conocemos los detalles de esos movimientos, aunque estudios satelitales están generando información muy importante al respecto.”
Nuevos escenarios, nuevos desafíos

La presencia de ballenas cercanas a las costas de ciudades con actividad portuaria, conlleva importantes riesgos. Por eso, su presencia nos desafía a pensar la conservación más allá de las áreas protegidas. Implica integrar a más municipios, sectores productivos, comunidades costeras y a toda la sociedad en una responsabilidad compartida: cuidar estas especies y respetar el mar que habitamos.
Una oportunidad única para verlas… y para protegerlas
Observar ballenas desde la costa es una experiencia única y constituye también una fuente de inspiración para su protección. A lo largo del litoral bonaerense, hay sectores con acantilados, escolleras y muelles que permiten un avistamiento costero excepcional.
El Dr Valenzuela concluye:
“Poder observarlas es un privilegio, pero también es un llamado al compromiso. Las ballenas francas australes son animales que conviven con otras especies marinas como los lobos marinos, y nos enseñan sobre la riqueza y complejidad de nuestro entorno natural. Debemos, nosotros, también aprender a convivir con ellas y con todo el ecosistema marino-costero.”
El caso de Quequén, aprender para prevenir nuevos accidentes
El 7 de junio pasado, imágenes de vídeo tomadas desde drones y difundidas por redes sociales mostraron un accidente entre un buque de carga que salía del Puerto de Quequén y dos ballenas francas australes que estaban visiblemente en superficie. Las imágenes tomadas inmediatamente después del accidente no muestran lesiones físicas evidentes en las ballenas. No obstante, no puede descartarse la presencia de lesiones o hemorragias internas, las cuales sólo podrían detectarse mediante un seguimiento a largo plazo que permita evaluar posibles daños derivados de una eventual colisión.

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© Instituto de Conservación de Ballenas. GACETILLA DE PRENSA – Ballenas francas australes en la costa bonaerense: ¿por qué cada vez vemos más cantidad? . Puede reproducirse citando la fuente.