55 Años de Ciencia para Conservar: El Legado del Programa Ballena Franca Austral

55 Años de Ciencia para Conservar: El Legado del Programa Ballena Franca Austral

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Por Mariano Sironi,
Director Científico del Instituto de Conservación de Ballenas de Argentina

El Programa Ballena Franca Austral cumple 55 años y se consolida como el estudio científico más largo del mundo sobre una especie de ballena. Con casi cinco mil individuos identificados y un valioso conocimiento acumulado, este proyecto liderado en Argentina por el Instituto de Conservación de Ballenas demuestra cómo la ciencia sostenida en el tiempo puede generar impactos reales en la conservación de las ballenas y su hábitat en el Atlántico Sur.

Repasar la historia nos permite reconocer lo que se hizo bien, repensar lo que pudo haberse hecho mejor y actuar hoy con mayor conciencia, sabiendo que nuestras acciones en el presente tienen impacto en el futuro. Llevar adelante un programa científico de largo plazo, como el Programa Ballena Franca Austral que fue iniciado en 1971, nos da esa posibilidad. Tiene pasado, presente y, sobre todo, futuro. Después de más de medio siglo de trabajo sostenido, quiero compartir por qué es tan importante hacer ciencia durante décadas para proteger a las ballenas y su hábitat en el Atlántico Sur.

Cuando Roger Payne, fundador de Ocean Alliance, visitó Península Valdés por primera vez en 1970, intuyó que era un lugar excepcional para iniciar allí un estudio de largo plazo sobre la ballena franca austral. Cincuenta y cinco años más tarde, podemos confirmarlo. El Programa Ballena Franca Austral es el estudio científico más largo del mundo hecho sobre una especie de ballena. Se basa en conocer las historias de vida de casi 5.000 individuos, una herramienta de valor incalculable para su protección y la de su hábitat.

Las ballenas francas fueron cazadas durante siglos, y fueron protegidas internacionalmente en 1935, lo que trajo una esperanza para su supervivencia. Las poblaciones del Hemisferio Sur se han recuperado considerablemente, aunque todavía están por debajo de sus tamaños anteriores a la cacería comercial. Hoy no enfrentan los arpones balleneros del pasado, pero sí otras amenazas que afectan su bienestar presente y sus perspectivas de supervivencia futura.

Muchas ballenas mueren cada año como consecuencia de enmallamientos en redes de pesca o colisiones con embarcaciones. El cambio climático está derritiendo el hielo antártico y puede ocasionar importantes reducciones en las poblaciones de krill y en consecuencia, en las de sus predadores, incluyendo las ballenas. Además, en Península Valdés las ballenas enfrentan el ataque de las gaviotas cocineras, que picotean sus lomos para alimentarse de su piel y grasa, produciendo lesiones en el lomo de las ballenas, afectando su salud y bienestar. En años recientes, hemos registrado eventos de mortalidad de crías y adultas en Península Valdés con niveles jamás observados para la especie, con causas aún no determinadas. Esto refuerza la importancia de continuar nuestra investigación para ayudar a entender las tendencias de la población y sus causas.

¿Qué estudiamos y para qué?

El siglo 21 nos encuentra en un mundo en el que la crisis ambiental generada por actividades humanas afecta a todas las formas de vida tanto en tierra como en el mar, desde las muy pequeñas como el plancton hasta las más imponentes, como las ballenas. En este contexto, el equipo científico del Instituto de Conservación de Ballenas pone sus esfuerzos en estudiar aspectos de la vida de las ballenas que aumentan el conocimiento científico de su biología apuntando a brindar respuestas que puedan ser aplicadas a estrategias de conservación efectivas.

La base de datos que hemos generado con nuestros estudios permite responder, entre muchas otras, preguntas como las siguientes:

» ¿Cuál es la tasa de crecimiento de la población? Era del 7% anual en las primeras décadas, y se está desacelerando a menos del 4% actualmente. Éste es un dato fundamental para monitorear la población y detectar cambios que pueden deberse a impactos ambientales tanto naturales como antrópicos.

» ¿Dónde se distribuyen las ballenas cuando están en Península Valdés y cuando migran cada año? Las ballenas se concentran en ciertas bahías de los golfos, que prefieren para criar a los ballenatos recién nacidos, y al migrar, siguen rutas que las llevan a diversas áreas de alimentación en el Atlántico sur, como lo muestran los estudios de seguimiento satelital.

» ¿Puede el estrés fisiológico afectar su supervivencia? Sí. Entre otros factores de estrés, la micropredación de las gaviotas cocineras, que estudiamos desde 1995, eleva significativamente sus niveles de estrés y afecta también su condición corporal.

» ¿Las afectan los cambios ambientales? Sí. Las Oscilaciones de El Niño y el cambio climático tienen efectos directos sobre su alimento principal, el krill antártico, y afectan su supervivencia y reproducción. Las ballenas francas australes tienen menos crías al año siguiente de una baja de abundancia de krill en su zona de alimentación, lo que indica que podrían experimentar fallas reproductivas si disminuye la abundancia de krill como consecuencia del cambio climático y las pesquerías.

Los resultados de los estudios los compartimos con las autoridades responsables de manejo de este gran patrimonio natural, los presentamos en foros internacionales y los publicamos en revistas especializadas. Así, completamos el proceso de la investigación científica aplicada a la conservación.

Un legado que continuamos desde hace 30 años

Roger Payne fue un visionario que dedicó su vida profesional al estudio y la protección de las ballenas en el mundo. Junto con Vicky Rowntree fueron pioneros en el estudio de la ballena franca austral en la Argentina y en el mundo. Desde 1996, con la fundación del Instituto de Conservación de Ballenas, dimos nuevo impulso a este programa y ampliamos su alcance, generamos campañas educativas y de concientización ambiental, y nos involucramos activamente en el desarrollo de políticas públicas de conservación orientadas a reducir las amenazas que enfrentan las ballenas en el Atlántico Sur. Esto incluye la creación de áreas marinas protegidas, la promoción del turismo responsable, entre otras. Cada una de estas acciones busca mejorar las condiciones de vida de las ballenas y asegurar la preservación de los ecosistemas que habitan.

En 1971, nadie podía responder ninguna de las preguntas sobre las ballenas de Península Valdés que hoy tienen respuestas gracias a nuestro trabajo sostenido en el tiempo. Hoy, luego de 55 años, hemos construido estas respuestas que son el resultado del esfuerzo de muchas personas que dedicamos nuestras vidas a estudiar las ballenas y su biología. Estas respuestas pueden obtenerse solamente con estudios de largo plazo, que permiten acumular datos primero dispersos, y luego analizarlos sistemáticamente para sacar conclusiones fuertes y sólidas para generar conocimiento científico y aplicarlo a la conservación de especies y hábitats. Por eso, cada año que pasa es más importante que el anterior.

Cercanos ya alcanzar la sexta década de estudios, hago un llamado a la comunidad para involucrarse activamente en la continuidad de este trabajo de largo plazo y a sumarse activamente a las campañas para la protección del océano. Adoptando una ballena o haciendo una donación, cada persona, empresa o fundación contribuye a la continuidad de este legado, y ayuda a que las ballenas de la Patagonia sigan haciendo historia.

© Instituto de Conservación de Ballenas. 55 Años de Ciencia para Conservar: El Legado del Programa Ballena Franca Austral.  Se puede reproducir citando la fuente.


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