Áreas de piel engrosada en la cabeza de las ballenas francas, que están recubiertas de pequeños crustáceos llamados ciámidos o “piojos de las ballenas”. Están presentes desde el nacimiento. La combinación de su número, tamaño, forma y distribución genera un patrón único en cada individuo, que permanece casi inalterado durante toda su vida. De este modo, permite la identificación de individuos de una población, como sucede con las huellas dactilares de las personas.