Avanzan los relevamientos de fotoidentificación en una temporada récord de ballenas francas

Avanzan los relevamientos de fotoidentificación en una temporada récord de ballenas francas 1280 960 ICB
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Durante la temporada número 55 de estudios, el equipo del Instituto de Conservación de Ballenas (ICB) avanza con los relevamientos de fotoidentificación en Península Valdés. Cada registro se suma al catálogo iniciado en 1971, que hoy incluye más de 5.000 ballenas que utilizan los golfos norpatagónicos como área de cría y reproducción. Esta temporada, se destaca además por una presencia récord de ballenas.

Fotoidentificación con drones

Desde mediados de agosto, el equipo de investigación del ICB se encuentra realizando los relevamientos aéreos fotográficos con drones en los Golfos Nuevo y San José de Península Valdés. Los vuelos se llevan a cabo de manera sistemática hasta mediados de septiembre, con el fin de obtener imágenes que permitan identificar ballenas y sumar nueva información sobre sus historias de vida al catálogo del ICB/Ocean Alliance, que contiene más de 5.000 individuos fotoidentificados desde 1971. Cada nuevo relevamiento anual, permite seguir ampliando las historias de vida de ballenas conocidas, evaluar su condición corporal, comprender cómo utilizan su hábitat, registrar la presencia de lesiones u otras amenazas, monitorear la dinámica de la población a lo largo del tiempo e identificar amenazas.

Desde 2023, reemplazamos los vuelos en avioneta por vuelos no tripulados empleando drones, para realizar los registros fotográficos de manera más segura y eficiente durante la época de máxima concentración de ballenas en los golfos (agosto-septiembre). La mayoría de los vuelos se llevan a cabo desde la costa y, en algunas ocasiones, desde el bote de investigación. En el Golfo San José el objetivo principal es la fotoidentificación, mientras que en el Golfo Nuevo combinamos este trabajo con el proyecto “Midiendo Ballenas”, que estudia la condición corporal de los animales.

La investigadora del ICB, Florencia Vilches explica:

“Para que el número de ballenas identificadas por año se aproxime al alcanzado cuando realizábamos vuelos tripulados desde avioneta y que los datos sean comparables a lo largo del tiempo, nuestro objetivo en esta temporada es fotografiar e identificar al menos 300 individuos en el Golfo Nuevo y 100 en el San José, incluyendo adultos y juveniles, alcanzando unos 400 individuos por temporada, además de las crías. Revisamos estos números cada tres años, y los actualizamos según el crecimiento estimado de la población y las variaciones en la presencia de ballenas registradas entre temporadas.”

Al finalizar la temporada de campo, comienza el procesamiento de fotografías con la asistencia de un software que permite identificar individuos a partir de sus Callosidades y manchas de pigmentación. El análisis sistemático de los registros de observación de las ballenas que integran la base de datos permite describir la dinámica y tendencia poblacional, incluyendo la edad de las hembras a la primera parición, el intervalo entre partos y la supervivencia, entre otras variables.

Florencia Vilches junto a Vicky Rowntree procesando las imágenes para incorporar nuevas ballenas conocidas al catálogo.

Es importante destacar que el objetivo del relevamiento anual del ICB no es realizar un censo, sino un muestreo cuyo objetivo es fotografiar a las ballenas para identificarlas individualmente. Un censo —como el reciente realizado por el CESIMAR-CONICET— busca únicamente contabilizar el total de ballenas presentes en un área, independientemente de su identidad.

Una temporada con presencia récord de ballenas en Península Valdés

Este año se ha registrado una presencia récord de ballenas en Península Valdés, constatada por el censo del Laboratorio de Mamíferos Marinos del CESIMAR-CONICET de Puerto Madryn. Según lo reportado, se registraron 2.110 individuos, incluyendo 77 en grupos de cópula, 381 individuos solitarios y 826 madres con crías, lo que marca un récord histórico desde que se comenzaron los estudios en la región.

No todas las ballenas de la población regresan a Península Valdés cada año, por lo que el número de ballenas muestra oscilaciones importantes entre temporadas. Estos cambios son normales, y hay años en los que se observan más o menos ballenas que otros, aunque la población en su conjunto siga creciendo.

El investigador del ICB y piloto de drone, Nicolás Lewin expresa:

“El gran número de ballenas presentes este año quizás nos brinde la oportunidad de volver a ver a individuos ya conocidos. Estos encuentros aportan información valiosa sobre su comportamiento, reproducción y uso del hábitat, pero también nos llenan de alegría y emoción. El año pasado nos reencontramos con Mochita, después de 15 años sin tener registros, y en 2023 reavistamos a Hueso y Luminosa… ¿Con quiénes nos encontraremos esta temporada? Cada vez que volvemos a ver a una ballena previamente identificada es una oportunidad para profundizar nuestra comprensión de la Dinámica poblacional y su estado de salud, pero también para continuar conociendo su historia de vida particular “

¿Por qué se ven más ballenas este año?

La historia de la ballena franca austral es una historia de resiliencia. Antes de la cacería comercial, la población del Atlántico sudoccidental rondaba los 60.000 individuos, mientras que hoy no supera los 6.000, apenas el 10% de la población original. Tras el fin de la caza, incluyendo las cacerías ilegales en el Mar Argentino durante la década de 1960, la población comenzó a recuperarse. En los años 70, cuando investigadores de Ocean Alliance, liderados por Roger Payne iniciaron los estudios de fotoidentificación en Península Valdés —hoy continuados por el Instituto de Conservación de Ballenas— había apenas unas 500 ballenas. Desde entonces, la población creció durante tres décadas a un ritmo del 7% anual, y aunque hoy la tasa de crecimiento es menor, la población sigue creciendo: cada año hay más ballenas que el anterior, porque la base poblacional es mucho más grande que antes.

Esta tendencia positiva se refleja en el récord de presencia de ballenas registrado esta temporada en las aguas costeras de Argentina, aunque habrá fluctuaciones naturales entre temporadas, tal vez ligadas a las condiciones ambientales. Si bien la población está todavía lejos de alcanzar los niveles previos a la cacería comercial, cada vez más ballenas regresan a estas aguas, recordándonos que la naturaleza puede recomponerse cuando le damos una oportunidad. Ante esto, el desafío también es mayor: proteger los hábitats críticos para el bienestar de las ballenas.

En palabras de Dr. Mariano Sironi, Director Científico del ICB: 

“La notable presencia de ballenas esta temporada en Península Valdés es una gran noticia para celebrar, y es el resultado de décadas de esfuerzos de conservación a nivel local y global. Seguiremos aportando para que esta tendencia continúe, y también para que el bienestar de las ballenas sea una prioridad. El desafío colectivo como comunidad es asegurar hábitats sanos, resilientes y libres de impactos humanos negativos en medio de una crisis ambiental sin precedentes, en la que los equilibrios naturales son más frágiles que nunca antes.”

Desafíos para la conservación

La mayor presencia de ballenas en las costas argentinas plantea constantes desafíos. A pesar de que la mayoría de las poblaciones de ballena franca austral se están recuperando, muchas amenazas afectan su presente y futuro.

Presencia de la herida en el registro realizado en 2021 - Foto: Nicolás Lewin

Los relevamientos a lo largo de más de 5 décadas ponen en evidencia un aumento de individuos con heridas por colisiones con embarcaciones y enmalles en redes o sogas de pesca, lo que hace imprescindible extremar las precauciones en la navegación deportiva, pesquera y turística para evitar interacciones dañinas.

En los golfos de Península Valdés, además, las ballenas sufren ataques de gaviotas que afectan la salud y la supervivencia de los ballenatos. Por otro lado, en este mismo sitio, se han registrado numerosos eventos de mortandad de crías con cifras jamás observadas para la especie, cuyas causas aún no han sido determinadas, así como en años recientes eventos de mortandad de adultos.

A escala global, el cambio climático también amenaza su futuro: el aumento de la temperatura del mar reduce las poblaciones de krill, principal alimento de la especie, lo que podría comprometer la recuperación de la población. En el corto plazo, preocupan especialmente los impactos que podrían generar los proyectos de exportación de hidrocarburos en las aguas del Golfo San Matías, un hábitat también de vital importancia para esta población de ballenas.

Estos desafíos nos recuerdan la importancia de aprender a coexistir con la naturaleza: proteger a las ballenas y su hábitat no solo asegura su supervivencia, sino que también garantiza ecosistemas más sanos y resilientes.

Permisos

El relevamiento aéreo y todos los proyectos de investigación del Programa Ballena Franca Austral se realizan con los permisos correspondientes de la Dirección de Fauna y Flora Silvestre y de la Subsecretaría de Conservación y Áreas Protegidas de Chubut. Los investigadores que vuelan los drones cuentan, además, con certificados de piloto emitidos por la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC).

Estudiar las historias de vida de más de 5.000 individuos conocidos constituye una herramienta de valor incalculable para su protección y la de su hábitat.

© Instituto de Conservación de Ballenas. GACETILLA DE PRENSA – Avanzan los relevamientos de fotoidentificación en una temporada récord de ballenas francas en las costas patagónicas. Se puede reproducir citando la fuente.


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